Tras superar una serie de problemas logísticos y un extraño virus llamado mareo, que atacó a varios miembros del grupo, la expedición logró llegar al Puerto del Barrancazo bien entrada la mañana. Allí, bien pertrechados y atiborrados a mandarinas de Gandía, comenzaron los trabajos de aproximación a la montaña por la cara norte, donde, tras estudiar detenidamente todas las vías de acceso a la cumbre, los jefes de expedición decidieron pasar a la cara sur a través del Collado de los Muchachos junto a la Peña del Grito (¡¡¡¡¡¡¡aaaaaggggghhhhhhh!!!!!!).
Ahí comenzaron las primeras dificultades serias: un derrumbe de piedras (ocurrido hace siglos) había hecho desaparecer el sendero durante unos metros, obligándonos a aventurarnos a través de las rocas donde se demostró la valentía de los exploradores, y la solidaridad de Habib, cargando sobre sus hombros al lesionado Alex. Llegados a la fuente situada en la base del último repecho, pronto se organizó una primera cordada que alcanzaría la cumbre mas allá de las dos de la tarde, con Eduardo en cabeza, seguido de Jaime, Pablo, Miguel Ángel, Fran, Dani, Ignacio, Habib y Arturo, quienes culminaron con éxito una dura y difícil ascensión. La segunda cordada se retrasó por motivos científicos, pues tuvieron que esperar a José M., mientras recogía una serie de muestras de piedras comunes, que fueron a parar a su mochila; con él alcanzaron la cumbre Javi y Nut, una media hora después del primer asalto a la cima del Almenara. (Por este motivo no existen testimonios gráficos de su llegada).
Pero la montaña aún no había dicho la última palabra, ya que decidió quedarse con el móvil de Habib, y con las piedras de José M., quien se vio obligado a devolverlas a la montaña ante la imposibilidad de seguir el fuerte ritmo del resto de la expedición. Lo del móvil tuvo solución, pues Nut y Habib remontaron el sendero hasta encontrarlo oculto junto a una piedra.
Así concluyó una jornada para la historia, que esperamos volver a repetir pronto con nuevas y difíciles ascensiones.
Ahí comenzaron las primeras dificultades serias: un derrumbe de piedras (ocurrido hace siglos) había hecho desaparecer el sendero durante unos metros, obligándonos a aventurarnos a través de las rocas donde se demostró la valentía de los exploradores, y la solidaridad de Habib, cargando sobre sus hombros al lesionado Alex. Llegados a la fuente situada en la base del último repecho, pronto se organizó una primera cordada que alcanzaría la cumbre mas allá de las dos de la tarde, con Eduardo en cabeza, seguido de Jaime, Pablo, Miguel Ángel, Fran, Dani, Ignacio, Habib y Arturo, quienes culminaron con éxito una dura y difícil ascensión. La segunda cordada se retrasó por motivos científicos, pues tuvieron que esperar a José M., mientras recogía una serie de muestras de piedras comunes, que fueron a parar a su mochila; con él alcanzaron la cumbre Javi y Nut, una media hora después del primer asalto a la cima del Almenara. (Por este motivo no existen testimonios gráficos de su llegada).
Pero la montaña aún no había dicho la última palabra, ya que decidió quedarse con el móvil de Habib, y con las piedras de José M., quien se vio obligado a devolverlas a la montaña ante la imposibilidad de seguir el fuerte ritmo del resto de la expedición. Lo del móvil tuvo solución, pues Nut y Habib remontaron el sendero hasta encontrarlo oculto junto a una piedra.
Así concluyó una jornada para la historia, que esperamos volver a repetir pronto con nuevas y difíciles ascensiones.
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