Cometas, cangrejo, fútbol-playa






CRÓNICA DEL CRONISTA

Pues no todo iba a ser sacrificar a gonomos en misiones suicidas hechas por antojos de Knut. Después de todas esos trabajos duros pensó el jabato (porque también tiene esa capacidad, ya lo dijimos en su día), que podía compensar a sus esbirros con un plan lúdico-alternativo, y ese plan no fue otro que llevarlos a la playa.
Para quien no lo sepa, la Tierra no es plana, es más o menos redonda y tiene pedazos de tierra (piedras fundamentalmente) llamados continentes, que a su vez están rodeados por agua; pues bien, el limite entre la tierra y el agua, muchas veces coincide en que se trata de una playa, y si es de arena mejor.
Pues el plan era bien sencillo (tampoco se le podía pedir más a Knut), trasportar a los gonomos como fuese a la playa (a la que fuera, que al caso da lo mismo) y una vez allí soltarlos y que se salvajicen a su antojo. Porque si algo sabe bien Knut de sus gonomos es que les gusta hacer el cafre en cualquier entorno natural, es más, disfrutan con ello, hasta acabar mimetizándose con su entorno, aunque más bien, mimetizan el mismo entorno, trastocándolo, dejándolo hecho una porquería; que a los ojos de Knut no deja de ser arte renovador, un toque especial, más natural.
Cada uno haría allí un poco lo que le diese la gana, que es siempre el mismo plan; el incivilizado grupo de repelentes gonomos llegó a eso de las 13:00, y perturbaron todo lo perturbable. Así pasó la mañana y la tarde, cada uno como buenamente pudo, eso era lo que quería precisamente Knut, que retozasen a sus anchas como compensación por todas las bajezas que han tenido que pasar.
Antes de nada Knut les dio algunas instrucciones, intentó hacer un concurso de búsqueda de cangrejos, por cada cangrejo conseguido el gonomo ganaría un euronerpio; si querido lector, así de simples son esos tipejos, se les puede comprar con dinero de mentira fotocopiado, y ni siquiera tenemos que molestarnos en que se parezcan a los de verdad, podemos hasta cambiarle el nombre. El plan de Knut era doble, el primero era tener entretenidos con cualquier cosa a sus muchachos, y el segundo era si caía la breva, hacerse una mariscada; siempre igual, pensando abastecer su estómago, nadie ha conseguido averiguar su capacidad estomacal; cuentan las viejas leyendas que en algunas duras, largas y peligrosas expediciones, tuvo que añadir a su dieta algún gonomo, para soportar ese hambre atroz que le taladraba las vísceras, si hay algo que nunca soportó Knut, no fue el dolor, ni la tristeza, ni el frío, ni el fuego, fue el hambre.
Lo de la mariscada no pudo ser, pues sólo se consiguió un cangrejo, Knut al verlo se relamía los piños pensando que en tan solo los primeros minutos habían conseguido ya uno; con una complicadísima multiplicación hizo un cálculo de los cangrejos inocentes que se iba a engullir (por si no lo sabíais, Knut se los come con cáscara, y sin masticar, yo lo vi en una ocasión y todavía no he podido reponerme de tal impactante imagen). Pero pasaban los minutos, y los cangrejos no se multiplicaban, y la desesperación empezaba a reinar, Javi Belda, el que había capturado al crustáceo, ya se había encariñado con él, y hasta le había puesto un nombre, Matute. Al final Knut que también tiene sentimientos, dio el indulto a aquel animalejo, y al cangrejo también, y decidió que no se comería a ninguno; como ya dije, todo fue felicidad aquel día.
Otros gonomos probaron con las cometas, Knut se había fabricado una con la piel de un tejón que él mismo había descuartizado, utilizo los huesos a modo de travesaños para dar una cierta estructura a aquel tosco invento, el viento soplaba y soplaba y no había forma de que ese cacharro levantase el vuelo; ciertamente existen ya cometas comercializadas y ligeras, bien hechas, pero esa dichosa manía de Knut de que todo tiene que estar hecho con animales violentamente asesinados, siempre estropea los planes. Se le empezó a pasar por la cabeza, que tal vez una cometa hecha de gonomo, por tanto algo más ligera conseguiría volar, en estas se encontraba discurriendo cual de sus gonomos podía servir mejor para tal servicio. Menos mal que Franín consiguió volar su cometa hecha a prueba de tontos, y consiguió que Knut se embelesara con su liviano vuelo; pudo estarse como dos horas seguidas mirando aquel artilugio y gracias a ello ningún gonomo resultó herido.
Como no podía faltar el deporte se decidió que se jugaría al furgol. Del furgol no hay nada destacable, eran los gonomos corriendo como locos y pateando un balón. Acabaron todos algo atascados de tanta arena, por no hablar del salitre del mar y el efecto esmeril del silicio que te puede jugar malas pasadas; y luego te sorprendes andando como John Wayne.Volvimos todos cansados y doloridos, y eso que se supone que era una actividad para descansar y disfrutar. No se sabe que fue de Matute, si todavía seguirá vivo o si por el contrario se encuentra ya en el cielo de los cangrejos.

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